Consejo de Europa: preocupantes resultados sobre las prisiones húngaras
Según el último informe del Comité para la Prevención de la Tortura (CPT) del Consejo de Europa, las cárceles húngaras siguen estando superpobladas y la mayoría de los reclusos “no tienen acceso, o tienen acceso limitado, al trabajo, la educación u otras actividades fuera de la celda”.
Delegación del CPT
El CPT, tras su visita a los centros de detención húngaros en mayo de este año, afirmó que “las condiciones materiales en los centros de detención policial son adecuadas para períodos cortos de detención policial (de hasta 72 horas). Sin embargo, según la legislación pertinente, las personas en prisión preventiva pueden permanecer en esos centros durante períodos más largos, de hasta 60 días. Aunque parece que esto rara vez ocurre en la práctica, las condiciones de detención en los centros de detención policial siguen siendo inadecuadas para estancias prolongadas”.
El informe destacó la prisión de Tiszalök, en el noreste, donde dijo que “los malos tratos físicos por parte del personal, como bofetadas, puñetazos, patadas y golpes con porras en la cabeza y el cuerpo” parecían “particularmente problemáticos”.
“Los presuntos malos tratos tuvieron lugar en zonas no cubiertas por las cámaras de videovigilancia, en particular en el almacén del bloque disciplinario/de seguridad, en la sala de consultas médicas, en las duchas comunes y en las celdas”, añade el informe.
Además, el informe señala que “los hallazgos de la visita no sólo sugieren que el personal no siempre intervino con prontitud, sino que la delegación también escuchó denuncias creíbles de que el personal permitía o incluso ordenaba a ciertos prisioneros maltratar a sus compañeros de celda”.
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Cárceles húngaras: el impacto de los guardias sobre los reclusos
La mayoría de los presos consultados no se quejaron del trato que recibían de sus guardias, aunque “se recibieron varias denuncias creíbles de malos tratos físicos a personas detenidas. El CPT también recibió varias denuncias de esposas excesivamente apretadas, acoso sexual a detenidas por parte de agentes de policía, abusos verbales, incluso de naturaleza racista, a personas detenidas por parte de agentes de policía y comentarios humillantes sobre personas transgénero”, señala el informe.
La delegación del CdE visitó instituciones psiquiátricas en Kistarcsa, en las afueras de Budapest, y Berettyóújfalu, en el este, y no recibió informes de violencia física contra pacientes.
“Las condiciones materiales en ambos establecimientos eran adecuadas en muchos aspectos”, señala el informe, aunque añade que “los pacientes alojados en pabellones cerrados prácticamente no tenían acceso a zonas exteriores, lo que es inaceptable”.
La delegación consultó a las autoridades húngaras sobre los inmigrantes ilegales y concluyó que “es lamentable que aún no exista un procedimiento legal que ofrezca protección efectiva contra las expulsiones forzosas informales de ciudadanos extranjeros (devoluciones en caliente) y las devoluciones, incluidas las devoluciones en cadena”.
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La gente es enviada a prisión como castigo. Las cárceles deberían ofrecer a los delincuentes la oportunidad de reevaluar sus vidas y las ventajas de ser ciudadanos respetuosos de la ley y productivos. Las cárceles no deberían ser balnearios. La UE debería mantenerse al margen de los asuntos internos de Hungría o simplemente llevar a todos los prisioneros húngaros a sus países y mantenerlos allí.