Hungría se acerca a Rusia: el proyecto de ley de “limpieza de primavera” de Orbán amenaza a la sociedad civil y la libertad de prensa

El gobierno húngaro, liderado por Viktor Orbán y su partido Fidesz, ha introducido una nueva ley de gran alcance que, según los críticos, tiene como objetivo silenciar la disidencia y consolidar el poder, estableciendo marcados paralelismos con regímenes autoritarios como el ruso. Titulado “Sobre la transparencia de la vida pública”El proyecto de ley fue presentado discretamente al Parlamento justo antes de la medianoche del 13 Mayo Por el diputado del Fidesz, János Halász. Aunque se presenta como una medida para proteger la soberanía de Hungría, parece diseñada para atacar a ONG, medios de comunicación independientes y voces de la oposición que reciben financiación extranjera.
El apoyo extranjero se considera una amenaza
Según el proyecto de ley, la recién creada Oficina de Protección de la Soberanía (Szuverenitásvédelmi Hivatal) tendría amplios poderes para investigar y poner en la lista negra a las organizaciones que considere una amenaza a la soberanía nacional. Informes télexEsto incluye a cualquier grupo o empresa civil que reciba financiación extranjera para “influir en la vida pública”, un término vago que abarca desde el periodismo y la defensa de derechos hasta los programas sociales y la educación.
Si se incluyeran en la lista, las organizaciones se enfrentarían a severas restricciones:
- Perderían el acceso al plan de donaciones del 1% del impuesto sobre la renta personal de Hungría.
- Deben exigir a cada simpatizante una declaración formal que acredite que ninguna donación proviene del extranjero.
- Cualquier presunta infracción podría dar lugar a multas de hasta 25 veces el importe de la donación extranjera, pagaderas en el plazo de 15 días.
- Sus dirigentes, fundadores y miembros del consejo de supervisión se verían obligados a presentar declaraciones de bienes públicos idénticas a las de los diputados.
- La organización y sus dirigentes serían tratados como “figuras públicas prominentes” bajo las leyes contra el financiamiento del terrorismo.
Estos grupos también podrían ser sometidos a inspecciones in situ sin previo aviso por parte de la Oficina de Soberanía, que tendría derecho a examinar documentos, discos duros e incluso copiar datos, con apoyo policial si fuera necesario.
¿Qué constituye una “amenaza”?
La ley describe una definición sorprendentemente amplia de actividades que podrían considerarse perjudiciales para la soberanía. Según 444.hu, estos incluyen cualquier cosa que represente negativamente:
- El carácter democrático y constitucional de Hungría;
- La unidad nacional y el destino de los húngaros étnicos que viven en el extranjero;
- Valores familiares tradicionales y roles de género binarios;
- Paz y cooperación con otras naciones;
- La cultura cristiana y la identidad constitucional de Hungría.
El proyecto de ley incluso cita la influencia en la opinión pública o el debate democrático como algo potencialmente peligroso, criminalizando efectivamente las funciones básicas de una prensa libre y de una sociedad civil.
La abierta hostilidad de Orbán hacia la disidencia
Esta medida legislativa sigue al discurso incendiario de Orbán del 15 de marzo, en el que calificó a grupos civiles críticos, periodistas, jueces que defienden la independencia judicial y políticos de la oposición como “chinches apestosas que pasan el inviernoFinanciados por actores extranjeros. «Ya hemos tenido suficiente de ellos. Un viento primaveral se acerca para llevárselos», dijo, y añadió que «una letra escarlata los marca… su destino es la vergüenza y el desprecio… y si hay justicia —y la hay— tendrán su propio rincón en el infierno».
Aunque estos comentarios provocaron reacciones negativas por parte de psicólogos, jueces y académicos, no hubo ninguna condena oficial por parte del Presidente ni de la Fiscalía.
¿Orbán conduce a Hungría hacia una represión al estilo ruso?
Cuando se creó la Oficina de Protección de la Soberanía en 2023, su función era imprecisa. Pero con este proyecto de ley, su papel queda claro: una herramienta fundamental para perseguir a grupos considerados políticamente inoportunos. Los críticos argumentan que la ley utiliza el lenguaje de la transparencia y la seguridad nacional para lanzar un ataque coordinado contra las instituciones democráticas de Hungría.
El gobierno insiste en que la legislación se justifica por supuestas violaciones de la soberanía descubiertas en los últimos años, citando los resultados de consultas nacionales. Sin embargo, en la práctica, crea un entorno donde las voces independientes pueden ser vigiladas, multadas y desmanteladas, imitando las tácticas empleadas por la Rusia de Vladimir Putin.
De aprobarse, la ley entraría en vigor tan solo tres días después de su adopción. Marca un paso más en el alejamiento de Hungría de las normas democráticas europeas, lo que genera serias preocupaciones en Bruselas y otros lugares. En nombre de la soberanía, Orbán podría estar sepultando la democracia húngara bajo una capa de miedo, control y silencio.
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