Un cementerio de 3,500 años de antigüedad cerca de Tiszafüred, Hungría, arroja luz sobre la vida en los albores de la Edad del Bronce Final.

Un cementerio de 3,500 años de antigüedad cerca de Tiszafüred ha revelado información notable sobre cómo cambió la vida a principios de la Edad del Bronce Final.
Investigación dirigida por científicos de Universidad Eötvös Loránd así como el Universidad de Bolonia Se centró en el cementerio de la Edad de Bronce de Tiszafüred-Majoroshalom, utilizado durante la Edad de Bronce Media y la Edad de Bronce Final. Esto permitió a los investigadores comparar los estilos de vida antes y después de la transición entre estos dos períodos.
Cambiar la dieta
El análisis isotópico mostró que las personas en la Edad del Bronce Medio tenían una dieta variada, pero no todos tenían el mismo acceso a los alimentos. El estatus social influía en quién podía consumir más carne y proteínas animales. Los miembros de la élite probablemente consumían mucha más carne y productos lácteos que la gente común.

Sin embargo, estas diferencias parecieron desvanecerse con el tiempo. Las comunidades pertenecientes a la Cultura Túmulo (después del 1,500 a. C.) seguían una dieta más uniforme y sencilla. Los productos animales se volvieron menos comunes y las comidas más monótonas. Esto sugiere cambios más amplios, no solo en la dieta, sino también en la propia estructura de la sociedad.
La gente empezó a vivir en aldeas más sencillas que dejaron menos vestigios, y parece que había menos élites o que estas eran menos diferenciadas dentro de la comunidad. Según los investigadores, esto apunta a una sociedad menos jerárquica donde el poder estaba más distribuido que concentrado.
Lo que la placa dental reveló sobre su dieta
Además de analizar los huesos, los investigadores también examinaron restos microscópicos conservados en la placa dentalEstos hallazgos mostraron que las personas consumían granos molidosTambién se detectaron, como harina de mijo, y en algunos casos, trazas de leche de vaca. Uno de los descubrimientos más intrigantes del estudio se relacionó con la introducción del mijo. Este grano pequeño, pero rico en nutrientes y de rápido crecimiento, era ideal para alimentar a comunidades más numerosas.
Según los investigadores, este sitio ha aportado la evidencia más antigua conocida en Europa de que el mijo era cultivado intencionalmente y consumido regularmente.
El consumo de mijo se extendió a principios de la Edad del Bronce Final, alrededor del 1,500 a. C., coincidiendo con cambios en los estilos de vida locales. La gente abandonó las aldeas en las colinas, típicas de épocas anteriores, y se trasladó a asentamientos más dispersos. Esta transición también trajo consigo cambios en la dieta. Si bien el mijo permitió alimentar a poblaciones más numerosas de forma más eficiente, también condujo a una dieta menos diversa, posiblemente vinculada a transformaciones sociales más amplias.
Las comunidades se volvieron menos diversas biológicamente
El análisis químico de los restos óseos también ofreció pistas sobre la procedencia de los individuos enterrados. En la Edad del Bronce Medio, muchas personas provenían de fuera de la zona, como los Cárpatos Septentrionales o la región del Alto Tisza. Estas comunidades se mezclaron y formaron sociedades más abiertas.
En períodos posteriores, fueron menos los recién llegados que se asentaron en la zona. Quienes lo hicieron a menudo provenían de diferentes regiones, como Transdanubia o los Cárpatos Meridionales. Las comunidades locales se volvieron cada vez más aisladas y parecen haber mantenido menos conexiones con regiones distantes.
Abandonando las cimas de las colinas
Los investigadores también observaron cambios no solo en la dieta y el origen, sino también en las viviendas de la gente. Durante la Edad del Bronce Medio, los asentamientos a menudo se construían en las cimas de las colinas, conocidas como informar a los asentamientos. La tell (En hebreo, «montículo») es un término arqueológico que designa un montículo de asentamiento elevado, a menudo el emplazamiento de antiguas ciudades. Se trataba de aldeas centrales bien fortificadas que reflejaban una vida comunitaria muy unida.
Posteriormente, estos asentamientos fueron abandonados en favor de aldeas más sencillas y dispersas. Como resultado, las estructuras comunitarias se volvieron más flexibles, lo que se reflejó no solo en la distribución de las viviendas, sino también en la alimentación y la vida cotidiana.
El cementerio descubierto en Tiszafüred-Majoroshalom demostró cómo la gente de la Edad de Bronce se adaptó al cambio: comenzaron a consumir nuevos alimentos, cambiaron su forma de convivencia y gradualmente abandonaron viejas costumbres. La investigación destaca que la historia no es solo la historia de batallas y reyes, sino también de gente común que, al igual que nosotros, intentó abrirse camino en el mundo.
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